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la envidia


kikecv

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En el hablar cotidiano la envidia no tiene buena prensa, más bien es un sentimiento con nada de prestigio, con mucha frecuencia asociado a lo femenino, pero que, en rigor, nadie está exento de, mal que le pese, encontrarse conjugando un verbo muy molesto. También es cierto que la envidia constituye un fenómeno tan patológico como normal. Patológico en la medida que no impresiona como muy sano sentir pesar, malestar y tristeza por el bien ajeno. Normal, por ser estadí­sticamente muy frecuentes, como la caries, e igualmente patológicas. También, al igual que la caries, la envidia puede ser muy dolorosa, y siguiendo esta comparación con lo biológico, no se puede menos que pasar por el colesterol, pues como la envidia hay dos, uno bueno y uno malo.

Con respecto a la envidia se habla de la común, la que hace masticar amargura y que vendrí­a a ser la enferma, es decir la mala. Por otro lado estarí­a la llamada envidia sana. No se sabe muy bien en qué consiste, porque en tanto envidia, se trata de un sentimiento que, como mí­nimo, alcanza el estatus o el rango de malestar ante un logro, o una tenencia del otro. Se tratarí­a, por lo que parece, de un "malestar sano", lo que constituye un oxí­moron difí­cil de entender, aplicando una vez más, con respecto a los humanos, esta figura de la retórica que consiste en combinar los opuestos, como se hace cuando se dice, por ejemplo "un frí­o que quema", o "los sonidos del silencio". Es decir que tal vez, finalmente, haya que aceptar la división colesterólica de la envidia, porque no sólo puede contribuir a la mejor comprensión de los humanos, sino porque también viene al pelo para confirmar la dualidad estructural de los susodichos que circulan por el planeta como unos divididos multiformes, y para colmo protagonizando todo tipo de divisiones.

Porque el humano, desde tiempos inmemoriales, se ha tomado muy en serio aquello de dividir para reinar, con lo que divide todo lo que pueda dividir para poder reinar, en lo que más no sea un pequeño pedacito de algo. Un pequeño reino, no deja de ser un reino, y el que reina tiene la ilusión de estar más allá de la envidia, a salvo de ese sentimiento carcomedor que trabaja tan desde el interior y que va impregnando y, en cierta forma coloreando, al propio ser. Es que la envidia, si progresa en su trabajo y en esa impregnación del ser, de a poco va virando hacia el resentimiento, y por lo tanto convirtiendo al sujeto, precisamente, en un resentido.

Es este un especí­men bastante frecuente, una suerte de bicho psicosociológico, a quien el mal del otro le reporta un bien. Claro está que este traje le cabe, no sólo al envidioso crónico, a quien desde luego le calza perfecto, sino a lo que dé envidia. Aunque haya, tal vez, muchos ejemplos, tanto de tí­as como de tí­os en los que a lo largo y a lo ancho de su vida no se les despierta el amargor de la envidia. A fuerza de consustanciarse con la creencia de que siempre tienen todo, verdaderos seres complacientes y complacidos, más o menos atrapados en la telaraña del aburrimiento, incontaminados a partir de una posición en la que están adentro de nada y afuera de todo.

En suma, que el humano se parece bastante a su colesterol, con muchos vaivenes, entre el bueno y el malo. A veces dejándose llevar por su deseo, otras dejándose arrastrar por su envidia. Pero con una gran diferencia, la prácticamente inexistencia de medicamentos o dietas que curen o prevengan de la insidiosa envidia mala. Esa gran diferencia, es la que hace, en definitiva, a la diferencia entre lo biológico y lo sociocultural, a partir del enorme peso y el enorme desorden que imponen la sociedad y la cultura sobre lo biológico.

La cuestión es que la envidia también alberga en la condición humana, y no en un lugar sin importancia, puesto que es vecina al deseo, cosa visible hasta para la Real Academia. Al igual que el deseo la envidia se dirige a lo que falta y desata la inquietud del ser, con la diferencia que dicha inquietud en el caso del deseo, es lo que motoriza al sujeto, lo que lo saca de su burbuja narcisí­stica, con efectos y resultados diversos, uno de los cuales, y no el menos importante, es que, en principio quien desea no envidia, lo que suele transformar en cierto lo contrario: quien envidia no desea. Así­ las cosas, hemos de pensar que apenas por debajo de la envidia sana, con toda probabilidad habite la verdadera envidia y conviene estar atentos al respecto, porque la envidia suele ser el alimento fundamental de una de las pasiones humanas con más ejemplares: la queja.

Los quejones y lo que los españoles llaman quejicas, que vendrí­an a ser quejones ligth, conforman todos juntos la procesión de los quejantes, verdadera caravana que no sale de caravana, sino de lamento, cómodamente instalados en el supuesto de que siempre el otro, está mejor: con más amor, con más dinero y sin dolor. Es que en el fondo el envidioso es un cómodo, alguien más instalado en su ser que involucrado en las batallas cotidianas, contemplando lo que tienen los otros, y confundiendo todo lo que reluce con oro.

Es que en el humano no todo lo que reluce es oro, al igual que en la sociedad, más aún en una en la que el dinero reina de tal forma que hasta reluce más que el oro. Un tiempo y una sociedad que ha consagrado el dicho: "El que tiene plata hace lo que quiere". La frase a veces está dicha por quien la tiene, y otras, por quien la envidia. En cualquier caso se trata de una ignorancia, pues no hay plata que suprima las divisiones y dualidades de la condición humana, de forma tal que nada le garantiza a alguien que tenga la plata de varios quinis, no soñar por la noche con su propia muerte.

kike

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Rencor o tristeza por la buena fortuna de alguien, junto con el deseo desordenado de poseerla. Es uno de los siete pecados capitales. Se opone al décimo mandamiento.

Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre celestial. Por tanto, cuando hagas limosna, no lo vayas trompeteando por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las

calles, con el fin de ser honrados por los hombres; en verdad os digo que ya reciben su paga.

kike

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hay cuando me sentaba en el banco de la plaza montando mis aparejos de pesca

y los vecinos murmuraban esta loco para que ara eso

y a las cuatro de la mañana me iva a pescar con mi derbi antorcha

y volvia alas 8 o 9 de la noche con mis 25o 30 kilos de pescado

y bajaba la cesta de la moto y se oia murmurando

lo habra comprado me se ponia una sonrisa de parte a parte de la cara

y les decia un loco era ayer y hoy lo e comprado

pues si quereis comer pescado comprais sardinas

loco no apasionado de la pesca

el que quiera que le ponga nombre aesto kike

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Porque el humano, desde tiempos inmemoriales, se ha tomado muy en serio aquello de dividir para reinar

Otra vez sale el dividir, ya sea para reinar, como para tomar protagonismo o simplemente hacer daño por hacer daño,

Al parecer la envidia propiamente dicha no viene sola, casi siempre le acompaña el cinismo, o el despecho o ambas entre otros ingredientes como el odio y el rencor producidos por la indiferencia, el desprecio, la impotencia de querer ser y no poder o la ignorancia de la persona que se envidia,

Un poco me hace acordar esa fabula u historia de esas mujeres frente al Rey Salomon en que las dos aseguraban ser la madre del mismo hijo,, y como una de estas madres hubiese consentido que el guerrero partiera el hijo por la mitad a propuestas del Rey, esa cerda (1) estaba llena de envidia y de rencor hacia la verdadera madre de la criatura que prefirio que el niño se quedara con la impostora antes que matarlo,, hoy en dia cerdos de esa especie aun existen, son capaces de romper la baraja antes que otro pueda jugar en ella.

Afortunadamente cada vez se les ve mas el plimero y se van quedando en el camino comiendose su propia bilis..

Gracias Kike por estas definiciones tan interesantes, tampoco un poco de sapienza de este tipo no va mal en los foros.

Un abrazo............... :untitled:

(1) = con el perdon de los cerdos no dejo de considerar al cerdo un noble animal que presta un gran servicio a la humanidad contribuyendo en su alimentacion......

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Dicho y hecho, ya presentia que algun envidioso y venenoso iba a reportar mi celebracion del nivel, Se lo dije a como sostienes la mentira que al menos disfrute el momento.-

Sabes, eso no me quita el sueño he aprendido a tratar con todo tipo de personas y creo que unicamente es de tenerle lastima a la gente que le hierve el veneno de egoismo y envidia por dentro.- Al que hizo eso, que Dios lo bendiga muchisisisisismo mas, con toda sinceridad se lo digo porque se que me esta leyendo.-

autor: Mi vecino de el 3-a

kike

Editado por kikecv
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Dicho y hecho, ya presentia que algun envidioso y venenoso iba a reportar mi celebracion del nivel, Se lo dije a como sostienes la mentira que al menos disfrute el momento.-

Sabes, eso no me quita el sueño he aprendido a tratar con todo tipo de personas y creo que unicamente es de tenerle lastima a la gente que le hierve el veneno de egoismo y envidia por dentro.- Al que hizo eso, que Dios lo bendiga muchisisisisismo mas, con toda sinceridad se lo digo porque se que me esta leyendo.-

autor: Mi vecino de el 3-a

kike

Cuenta toda la historia, asi sabremos de lo que va la cosa,, ahora me he quedado en pascuas... :pescando:

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esto es la carta que le dejo colgada en la puerta el vecino de el tercero al de el primero

historia: salian los dos matrimonios a cenar,playa montaña juntos hasta wc

pero un dia cambiaron las cosas el del primero empezo a cambiar el inmobiliario,coche

y ya las relaciones cambiaron

Porque el humano, desde tiempos inmemoriales, se ha tomado muy en serio aquello de dividir para reinar

kike

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