Un jubilado comenta:
La gente que todavía trabaja me pregunta a menudo que qué hago diariamente, ahora que estoy retirado...
Pues bien, por ejemplo, el otro día fui al centro y entré en Correos a recoger un paquete que me había llegado, sin tardar en la gestión ni cinco minutos.
Cuando salí y llegué al coche que estaba en la puerta, un Policía Local estaba rellenando una multa por estacionamiento prohibido.
Rápidamente me acerqué a él y le dije:
- ¡Vaya hombre, no he tardado ni cinco minutos...! Dios le recompensaría si hiciera un pequeño gesto para con los jubilados...
Me ignoró olímpicamente y continuó llenando la infracción.
La verdad es que me pasé un poco y le dije que no tenía vergüenza. Me miró fríamente y empezó a llenar otra infracción alegando que, además, el vehículo no traía yo no sé qué calcomanía de la ITV. Entonces levanté la voz para decirle que me había percatado de que estaba tratando con un capullo, y que cómo le habían dejado entrar en la Policía...
Él acabó con la segunda infracción, la colocó debajo del limpiaparabrisas, y empezó con una tercera.
No me achiqué y estuve así durante unos 20 minutos llamándole de todo.
Él, a cada insulto, respondía con una nueva infracción. Con cada infracción que llenaba, se le dibujaba una sonrisa que reflejaba la satisfacción de la venganza...
Después de la enésima infracción... le dije:
- Lo siento. Lo tengo que dejar, porque... ¡Ahí viene mi autobús!
Y es que desde mi jubilación, ensayo cada día cómo divertirme un poco. Es importante hacer algo a mi edad, para no aburrirme.
Una anciana le dice a otra:
- Con los años, mi marido se ha convertido en una fiera en la cama.
- ¿Te hace el amor como un salvaje?
- No, se mea en las sábanas para marcar su territorio.
Una noche una pareja de mayorcitos estaba ya acostada en su cama.
El marido se estaba quedando dormido, pero su mujer se sentía romántica y quería conversar.
Le dijo: "Cuando me enamorabas, me agarrabas la mano..."
De mala gana, el marido se dio media vuelta, le agarró la mano por unos segundos y luego trató de dormirse otra vez.
En pocos momentos ella le dijo nuevamente: "Entonces me besabas..."
Algo molesto, se dio media vuelta otra vez y le dio un ligero beso en la mejilla y luego se acomodó para dormirse.
A los treinta segundos, ella le dijo: "Luego tú me mordías el cuello..."
Molesto, el marido tiró la ropa de cama y se levantó."¿Adónde vas?", le preguntó ella.
- ¡¡¡A buscar los dientes...!!!