Esto es un clasico que da vueltas y vueltas por internet, cada vez que me llega lo leo un par de veces, hace unos dias una amistad me lo mando y lo guarde para el jueves que se escribe el chiste del viernes aunque esto no sea ningun chiste.
Ya hace unos meses ya lo puse, pero me gusta recordarlo..
Querido hijo:
El día que me veas mayor y ya no sea yo, ten paciencia e intenta entenderme.
Cuando, comiendo, me ensucie, cuando no pueda vestirme, ten paciencia. Recuerda las horas que pasé enseñándotelo.
Si, cuando hablo contigo, repito las mismas cosas mil y una vez, no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeño, a la hora de dormir, te tuve que explicar mil y una vez el mismo cuento hasta que te durmieras.
No me avergí¼ences cuando no quiera ducharme, no me riñas. Recuerda cuando tenía que perseguirte y las mil excusas que inventaba para que quisieras bañarte.
Cuando veas mi ignorancia sobre las nuevas tecnologías, te pido que me des el tiempo necesario y no me mires con tu sonrisa burlona. Te enseñé a hacer tantas cosas: comer bien, vestirte… y cómo afrontar la vida muchas veces son producto del esfuerzo y la perseverancia de los dos.
Cuando en algún momento pierda la memoria o el hilo de nuestra conversación, dame el tiempo necesario para recordar. Y si no puedo hacerlo no te pongas nervioso, seguramente lo más importante no era mi conversación y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas.
Si alguna vez no quiero comer, no me obligues. Conozco bien cuándo lo necesito y cuándo no.
Cuando mis piernas cansadas no me dejen caminar… dame tu mano amiga de la misma manera en que yo lo hice cuando diste tus primeros pasos.
Y cuando algún día te diga que ya no quiero vivir, que quiero morir, no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene nada que ver con tu amor, ni con el mío.
Intenta entender que a mi edad ya no se vive, sino que se sobrevive.
Algún día descubrirás que a pesar de mis errores, siempre quise lo mejor para ti y que intenté preparar el camino que tú debías hacer.
No debes sentirte triste, enfadado o impotente por verme de esta manera. Debes estar a mi lado. Intenta comprenderme y ayúdame como yo lo hice cuando tú empezaste a vivir.
Ahora te toca a ti acompañarme en mi duro caminar. Ayúdame a acabar mi camino con amor y paciencia. Yo te pagaré con una sonrisa, y con el inmenso amor que siempre te he tenido.
Te quiero, hijo.