La espera ha sido larga, pero merecía la pena, aquí una vista casi completa de la nueva especie denominada científicamente "avionetus voladorus"
En estas "los pescadores" nos fotografiamos con la pieza tras dura lucha por hacernos con ella
Como podéis ver en este plano, las mandíbulas del animal son de lo más respetable (los colmillos estaban tremendamente afilados)
Aquí se puede ver el sello de calidad de semejante bicharraco
Y aquí, por último, la necesaria ayuda solicitada a nuestras fuerzas del orden, sin cuya ayuda nos habríamos visto en serios apuros por el tamaño del animalito.
La secuencia del avistamiento y posterior captura fue como sigue:
vimos algo flotando a cierta distancia del barco que parecía, primero una banderola extraña, más tarde, cuando se nos acercó, desde un ala delta hasta un kayac semi hundido, lo que hizo que fuéramos expresamente a curiosear. Al izarlo a bordo notamos en nuestras extremidades superiores que pesaba como una mula coja (o como dos mulas cojas si no eran demasiado grandes), a pesar de eso decidimos aunar esfuerzos y mantenerla fuera del agua para evitar males mayores con cualquier embarcación despistada que pasara por sus alrededores.
A continuación llamamos por telf a Salvamento Marítimo y éste nos puso en contacto con Salvamento Huelva, quien a su vez hizo gestiones para averiguar la procedencia del "pájaro". Una vez localizado el dueño (la Armada Española) nos hacen saber que unos días antes se habían estado realizando ejercicios de tiro por la zona y que este animalito había sido más listo que las balas que lo buscaban, pudiendo esquivar, uno tras otro, los numerosos proyectiles que le tiraban para hacerle pupita donde más duele (a saber donde le duele a un bicho de estos, pero dolerle seguro).
Como alguien se tenía que hacer cargo del "butanito" (nombre cariñoso con el que lo bautizamos) hizo acto de presencia la Meretérica, quien, tras no pocos esfuerzos, lograron sujetarlo a su embarcación para el traslado al hospital más cercano y curarlo de sus cuantiosas heridas.
Tras una corta pero emotiva despedida (pudimos contener las lágrimas a duras penas, pero somos hombres curtidos y logramos mantenerlas ocultas), quedamos en que "butanito" dejaría de practicar estos deportes de riesgo y se dedicaría, en lo sucesivo, a trabajos de oficina, peor remunerados pero mucho más tranquilos.
Saludos