Antes, mucho antes de la lamentable historia de la manzana, Adán y Eva vivían felices en el Paraíso.
Y hete aquí que un buen día despertose Eva plena de ardor sexual, y llamando a Adán disfrutó de él hasta que Adán se rindió.
Pero el ardor de Eva persistía, así que partió en busca de otra criatura del jardín del Edén que pudiera satisfacerla.
Al poco, vió a un gorila en un claro. Eva se acercó a él, pero el pobre animal, adivinando sus intenciones, huyó a la copa de un arbol. Eva se lanzó tras él pero apenas se quedó con un girón de pelo entre las manos.
Así que Eva siguió caminando, y al rato vió un dinosaurio que comía de las copas más altas de los arboles. Pensando que era buena pieza, Eva se dirigió al dinosaurio, pero éste se asustó por el brusco movimiento y huyó despavorido. Eva le persiguió, y ambos cruzaron el Edén a la carrera, hasta que ante ellos se abrió de súbito un precipicio y el dinosaurio se despeñó.
Desesperada, Eva volvió la mirada hacia un cercano estanque en el que saltaban carpas y truchas...
Este espisodio bíblico aclara varios misterios, aunque suscita uno nuevo:
- Ya sabemos porqué los gorilas tienen el culo pelado
- Ya sabemos porqué se extinguieron los dinosaurios
- Lo que quizá nunca lleguemos a averiguar es a qué olían los peces antes...