Relato del compañero del foro Jame Leyda, perteneciente al Concurso de relatos Pescamediterraneo2.com de 2011
Este relato se lo dedico a la protagonista, mi tripulante, mi marinera, mi loba de mar, mi capitana, mi pescadora , mi pareja, mi media naranja por lo mal que lo pasó y por lo bién que lo llevó
TARDE ACCIDENTADA
Dicen que el hombre es un animal de costumbres ( y la mujer más) Tenía que salir la vena machista.
Al llegar el verano, la nuestra era salir al caer la tarde, dar una vuelta pescando al currican , generalmente obladas, tomar un baño reparador en una cala solitaria, merendar y de nuevo pescando regresar a puerto con las últimas luces del día.
Era una cálida tarde de Agosto como otra cualquiera. Nada más salir del embarcadero comprobamos la voracidad de las obladas. Solíamos pescarlas con un tubito de plástico o con un palito de “chupa chup ” , pero ese día estrenábamos unos diminutos señuelos de buena marca.
La loba de mar con quien comparto mi vida no daba abasto. Apenas habíamos navegado un centenar de metros y los señuelos ya mostraban su eficacia con 6 ó 7 capturas, una gozada…
Pero en un movimiento brusco, la ancoreta de uno de ellos atravesó la base del dedo pulgar de mi mujer. Inmediatamente detenemos la embarcación e intentamos sacarla sin éxito ,a pesar de tener unos alicates que no nos sirven de nada al ser tan pequeña.
Mientras tanto un fino reguero de sangre se desliza pausadamente por su muñeca. Puedo adivinar el dolor por el rictus de su cara y la humedad de sus ojos. Corto la línea y regreso urgente al embarcadero donde hay un puesto de la Cruz Roja en la playa.
Son unos pocos y sin embargo largos minutos, amarro con prisas donde puedo, dejándolo todo al descubierto y la llevo al puesto de asistencia para la cura de urgencia. Una vez examinada y vista la dificultad de extracción de la ancoreta, deciden llevarla con la ambulancia al Centro de Salud del pueblo. No me permiten acompañarla, así dejo abandonada la barca y en mi coche me dirijo rápidamente al centro médico.
Al llegar no encuentro a nadie .Las puertas abiertas, pero está desierto. Al rato me dicen que la están atendiendo. Los minutos me parecen horas, se me hacen eternos. El silencio solo se rompe por los latidos de mi corazón. Suerte que no hay nadie para oírlos. No sé cuánto tiempo pasó , pero al fin salió con la mano vendada . Un vendaje espectacular. La abracé como si fuera la primera vez, o la última tal vez, como intentando compartir el dolor.
Pregunto por el señuelo y me dicen que lo han tirado a la basura, con lo que a escarbar tocan. con sumo cuidado para evitar "daños colaterales" la recupero , (aunque sin ancoreta)
Volvemos al embarcadero, para ordenar las cosas y dejar la barca en su amarre cuando, ante mi sorpresa , me dice mi marinera.
- Salimos ¿no?
No daba crédito a la inesperada pregunta . Lleno de gozo y orgulloso de mi tripulación accedí a volver a pescar , con mal disimulada sonrisa. No salía de mi asombro.. Fue una de las inolvidables tardes de pesca, que nunca olvidaré y no solo por la cantidad de obladas, sino por la cantidad y calidad de emociones vividas, pero sobre todo por la satisfacción de tener una tripulación que no me la merezco ni de lejos. Ese día no tomamos el baño, la noche se nos vino encima con rapidez y sustituimos la merienda por una cena bajo la luz de la incipiente luna. La miré a los ojos y lleno de orgullo ,con mal contenida emoción cerré los ojos mientras mis labios buscaban los suyos para fundirnos en un apasionado beso.
Gata de Gorgos a 26 de Agosto de 2011
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