De como gané el Jamón de Navidad 2008.
Toni Miyam, Antonio La Polar y Manu Tolopesco
Había organizado, mas bien liado, a algunos de los contertulios mas fieles del foro "los de Valencia" a una concentración, arrejuntamiento en ciertos foros amigos, sin mas objeto que el de volver a pasar un rato juntos, unos días antes de Navidad.
Para darle el aliciente que siempre ofrece la competencia, les propuse jugar a quien pescaba mas especies y costear un jamón entre todos, que se llevaría un único ganador. La idea recibió buena acogida y en seguida aparecieron por el tema las esperadas puyas, retos y desafíos.
Que si -¡Yó ya me estoy comprando el jamonero!
Que si -¿Tu que vas a pescar mig-pollet?.
Las reglas eran bastante simplonas, como me pareció que correspondía a una fiesta de amiguetes: Como modalidad vale todo, menos la dinamita, como se apresuró en especificar Toni, ofendiendo un poco nuestra integridad de "cachanrilisers". 10 puntos por especie y 1 punto por pieza. Allá cada uno con las tallas mínimas.
Llegó el día esperado. Un sábado frío de Diciembre con el anticiclón en el cogote y la mar como un plato. Mi único tripulante -Julius- apareció con temblores, sospecho que producidos por el "mono" de no haber cogido la caña en varias semanas.
Había oido hablar de enormes capturas de doradas escapadas de unas piscifactorías cercanas. Semanas antes había rastreado con éxito a la embarcación presuntamente implicada en esas tropelías, así que ya tenía claro el punto idóneo para empezar la jornada. Había que asegurarse tres especies atípicas en invierno: La dorada, el jurel y la anjova. El pescado de roca vendría después mas fácilmente.
La ausencia de brisa nos permitió realizar una lenta deriva paralelos a las boyas amarillas de la granja marina. Con langostino como cebo en el "paternoster" de dos anzuelos me dispuse a pillar una de esas pálidas doradillas desescamadas de campo de prisioneros. Mientras, mi tripulante pasaba de mis instrucciones y febrilmente preparada un lamentable aparejo de plomo corrido, cebándolo con unos maravillosos americanos que yo quería reservar para otras aguas.
La dorada no tardó en aparecer, seguida de otra dorada y de otra, y de ...¡Coño doblete! ...Mientras mi compañero, que ya empezaba a rascarse los antebrazos obsesivamente, no obtenía ningún fruto de las plegarias que yó le veía murmurar.
Ya cumplido el cupo de exprisioneras, me dispuse a montar un aparejo compuesto de una traca y un rubber de 100 grs. para ver de engañar a los siguientes en la lista: Anjovas y jureles.
-¡Por fin! Gruñe mi compañero: Su caña se había arqueado alegremente y la pieza prometía ser bonita...¡Que cabrón! Una vidriada mucho mas grande que mis doradillas que embarcó sin ayuda en un periquete. Me miró con suficiencia, y me dijo ¡Creo que te voy a hacer caso y poner langostino!.
En la siguiente deriva yo le explicaba que mientras pescaba con langostino en el "paternoster" iba a poner una cañita blanda con la traca y el "tamagochi" para que pescara sola en un cañero casi paralelo al agua. Él me escuchaba con educación y cierto desinterés...
-Vale ¿Tu crees que picará algo?
Seguí alternándo las hambrientas doradas con algún pagel pequeño, que mi compañero que había ya obtenido un segundo premio consistente en un precioso pagel cuasi kilero, observaba con cierta displicencia.
-¡Oye tu caña! Exclama asombrado mi marinero, refiriéndose a la solitaria que colgué en la banda y que movía el barco en su vaivén.
-¡Sacala, sácala! Le apremio. Se afana y observa asombrado un doblete de anjovilla de 200 grs. y jurel.
-¡Jo, Jo! Presumo. Son 22 puntos.
-¡Jo, que suerte! Me dice el tío asombrado.
Vuelvo a calar traca y "tamagochi" a una braza del fondo y continúo a puntuar con la otra caña en la mano, ya pensando en mover a otro sitio.
-¡La caña esa se dobla mucho! Murmura el colega:
La tomo, noto un pulpo, seguro que es un pulpo, y gordo. Bombeo y le aviso:
-¡Un pulpo, salabre!.
-¡Un pulpo? ¡Joder tío!.
Lo subimos sin problemas y mi marinero muestra su oficio liquidándo al infeliz, dándole la vuelta a la cabeza como un calcetín en un plis plas.
-¡Vámonos a por una chucla, a ver si hay suerte! Le digo.
Nos alejamos sólo, unos cientos de metros. Tenía una seña donde el día anterior, entrenando, había clavado la primera chucla de que tengo recuerdo. En el roquero: Menudearon mas pageles, serranos, bogas, algún sargo y ¡Joder! Dos chuclas.
Entre las chuclas y el aparejo de la traca que seguía sacando el solo, un número absurdo de jureles, algúna anjova mas y hasta pageles de buen tamaño, mi marinero estaba maravillado...y un tanto mosqueado.
-¡Joder con la puta traca! Musitaba ensimismado.
-Y dice el tío que viene a por una chucla y saca un doblete.
Tras hacer recuento y con la nevera amediada, concluimos que nos faltan aún extrañamente los puntos correspondientes a los omnipresentes pagres y una vaca.
-¡Tío, mira bien ese, que es un pagre!
-No Manu, es un pagel. Dictamina severo como un juez mi compañero.
-¡Hay que cambiar, recoge cañas! ¡Una vaca. Mi reino por una vaca!.
Debo confesar que carezco de los anzuelos,...y la finura, necesarios para pescar doncellas en la mar y en la vida. Así que no contaba con ellas. Sé donde puede haber loritos, pero en invierno desaparecen. Había que encontrar una vaca y ordeñarla.
Por fin en unas piedras a poca profundidad cerca del puerto, la aparición de una vacucha esmirriada me llenó de satisfacción y pronto atrapamos el pagre que incomprensiblemente se había hecho tanto de esperar. Llevábamos 13 especies y ya era hora de retirarse y acudir al recuento y la comida. Tic, tic, tic...avisa la caña...La saco sin esfuerzo ¡Una hurta!.
-¡Hay que joderse! Refunfuña admirado mi sin par Patronio. ¡Hay que joderse, que suerte que tiene el tío!.
FIN
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